La gratitud es la más bella flor que brota del alma. Las palabras de agradecimiento son dulces de escuchar y difíciles de pronunciar, son como raras joyas que no estamos acostumbrados a usar, por ello, tal vez sea este el principio más difícil de seguir. Muestra tu agradecimiento a las personas que tienes cerca y observaras cambios positivos en su vida. Limpiamos nuestra mente y creamos una egrégora de luz por medio del perdón y del agradecimiento. Muchas personas piensan que tienen muy poco, o nada que agradecer. Consideramos obvias muchas cosas que en verdad constituyen un presente: la vida, el planeta, el sol que brilla y nos calienta, el aire que respiramos, los animales y las plantas que nos alimentan. Hemos de ser conscientes de los incontables dones que nos ha concedido la vida. Por desgracia, el ser humano sólo da valor a las cosas después de que las pierde. Como afirma el refrán popular: No conocemos el valor del agua hasta que el pozo se seca.
Ciertamente es una tarea bastante difícil mostrarse agradecido por todo lo que la vida nos ofrece y constituye el primer paso para hacer de tu vida un terreno de prósperas cosechas.
En este planeta nada falta, es el sistema de distribución lo que no funciona de forma correcta.
Primero por la codicia del hombre; después, por nuestras imaginaciones sobre la carencia. Cuando nos colocamos en una permanente actitud de agradecimiento, sintiéndonos agradecidos no por lo que recibimos sino por lo que somos y sabemos, comenzamos a atraer magnéticamente la abundancia y nada nos faltará. La gratitud nos coloca en sintonía con el principio de la abundancia.
Vivir en estado de gratitud es vivir en abundancia, que es nuestra condición natural.
El significado de las cosas no está en las cosas en sí, sino en nuestra actitud en relación con ellas.
Si tú te centras en lo que no tienes, continuarás con esa carencia. La petición es una afirmación de carencia. Cuando decimos que deseamos algo, estamos produciendo esa experiencia (el deseo). Muchos se equivocan al quejarse por tener que ir a trabajar cuando lo correcto sería que se sintiesen agradecidos por tener trabajo; sienten fastidio por el trabajo doméstico, en vez de agradecer el tener una casa; se quejan de la salud, en lugar de agradecer el hecho de estar vivos; se quejan de que el país no les ha dado todo lo que querían, en vez de agradecer el haber nacido, olvidándose de que obtenemos más de nuestros países de lo que suponemos; se quejan de que llueve en vez de agradecer la limpieza de la polución y el bien para la agricultura que significa la lluvia; se quejan por no tener zapatos, mientras que otros no tienen pies (lo adecuado sería agradecer el tener pies). Si las personas comprendiesen más, juzgarían menos. En lugar de lamentarnos por los sufrimientos deberíamos aprovecharlos como grandes aprendizajes.
Cuando agradecemos por anticipado aquello que deseamos, reconocemos la existencia de eso que deseamos. Así pues, la postura adecuada no es la de súplica, sino la de agradecimiento. De alguna manera no debemos pedir nada en nuestras oraciones porque no sabemos lo que nos es realmente útil.
Deja de pedir y pásate a agradecer; verás cómo cambian las cosas. Agradece incluso a tus enemigos, a los que te critican, pues son críticas de gran utilidad. Muchas veces las críticas muestran verdades, defectos, haciéndonos tomar conciencia de aquello que necesitamos mejorar. Agradece esa ayuda gratuita. Algunos críticos son maestros a los que nada se paga. No hay duda de que resulta mucho mejor ser perseguido que ser perseguidor.