Muchas veces nuestra mente estará
llena de incertidumbre, generándonos la intranquilidad que acompaña a la
inseguridad, de no saber qué va a pasar, no estar claros qué decisión debemos
tomar o sencillamente no poder entender un determinado escenario.
Sin importar en qué posición nos
encontremos, nuestra mente que desea protegernos a través de mecanismos que no
siempre nos proporcionan tranquilidad y bienestar, sino que por el contrario
nos colocan en frente las situaciones imaginarias más catastróficas posibles,
invadirá nuestro ser de confusión, llegando inclusive a colocarnos en un estado
de angustia.
No desesperes, mientras más
aturdido estés, con mayor dificultad podrás obtener las respuestas que
necesitas. Solo debemos relajarnos, dejar de buscar, de indagar, solo pausar
nuestra mente, darle calma, solicitarle amorosamente que le permita el paso a
esa parte de nosotros que siempre tiene las respuestas y que quiere colocarnos
en el sitio donde nos corresponde estar.
El corazón ha sido el elegido por
diversos motivos para ser el receptáculo de nuestra alma, es por ello que
siempre escuchamos cosas como: ver con los ojos del corazón, dejar que el
corazón actúe por nosotros, etc. Con ello lo que se pretende es sencillamente
darle paso a que nuestra parte espiritual tome el control, actúe más allá de
nuestra mente y nuestros sentidos.
Solo cuando nuestros pensamientos
y emociones callan, cuando dejamos de identificarnos con su presencia y
efectos, es cuando podemos prepararnos a escuchar esa parte esencial de
nosotros, que siempre está allí, enviándonos señales, pero solo podemos
realmente captar cuando no existe la interferencia de la mente.
No podemos estar en un estado de
“no mente” permanentemente, ni siquiera por períodos prolongados de tiempo.
Pero unos pocos instantes de esta conexión mágica, nos serán suficientes para
guiar nuestros pasos, para alejar las dudas, para sentirnos capaces de llegar y
hacer lo que queramos, siempre y cuando esto sea favorable para nuestra
evolución.
¿Cómo logramos callar nuestra
mente?
Básicamente vivir en el presente
es la clave, no se trata de no proyectarnos a futuro, significa, dejar de
preocuparnos por algo que no nos está ocurriendo, significar estar presente en
lo que hacemos, enfocarnos en eso y nada más, suena sencillo, pero si tomamos
cualquiera de nuestros momentos diarios, nos daremos cuenta de que nuestros
pensamientos, como animales salvajes, van de un sitio a otro, sin ningún tipo
de control aparente.
Por lo que necesitamos hacernos
el hábito de concentrar nuestra atención en lo que vivimos, en la experiencia
presente, captando cada sensación, cada estímulo a través de nuestros sentidos,
los aromas, la temperatura, los colores, los sonidos, cualquier detalle,
apreciando todo tal y como es, más allá de ponernos a pensar en cómo nos
gustaría que fuese o cualquier otra cosa.
Evidentemente la meditación
siempre es un buen recurso, hay muchas técnicas para establecer la calma en
nuestra mente a través de ella y mientras más constantes seamos con nuestra
práctica, mejores respuestas obtendremos, especialmente las que vienen de
nuestro corazón, que siempre nos llevarán a donde debemos estar.
Por: Sara Espejo – Rincón del
Tibet