Algo que debemos saber es que las piedras no trabajan de igual forma para todas las personas por igual; es decir que si un cuarzo en específico trabaja para ayudar en el área de trabajo no quiere decir que para todo el mundo trabaje en esa área. Puede ser que a alguna persona le ayude en la salud o el amor y no en el trabajo como realmente se le atribuye a esa piedra. Recuerda que la manera en que una piedra trabaja depende de las energías de cada persona que las utilice y de las necesidades de cada persona. Esas atribuciones que se le da a las piedras son algo global y muchas veces relativa. No olvidemos que su energía no se puede medir.
El Ágata es un tipo de calcedonia, por lo tanto pertenece a la familia de los cuarzos de cierta manera, esta compuesta de millones de partículas cristalinas que no son cristales en si mismas sino criptocristales. Las capas concéntricas del Ágata se formaron en burbujas de gas formadas en el magma incandescente o bien al llenarse de ácido silícico durante las erupciones volcánicas. Usualmente muestra aros o anillos de colores, giros, crestas, ojos, círculos e incluso paisajes y escenas en variadísimos colores teniendo cada uno su vibración específica.
Durante siglos, por más de ser opaca y no transparente como las piedras espiritualizadas, el Ágata ha sido comparada con el Cuarzo y la Amatista, que de hecho, tienen componentes muy parecidos a los del Ágata; al poner el Ágata hacia la luz, puede verse que es translúcida. Los indígenas consideraban al Ágata como pedazos del cuerpo de los dioses, llenas de vitalidad orgánica y espiritual. Si observas la forma de las Ágatas puedes pensar de inmediato en los conjuntos celulares humanos.
Actuando como trascendentalizadora del hombre y alineada en el progreso del hombre en su espiral evolutiva, el Ágata sigue al crecimiento humano y trabaja con el hombre hasta que se produzca el fin mismo de los ciclos establecidos para este planeta y se inicie la Gran era de Acuario, que ya está aquí, de hecho.
La base de la sanación radica en saber cómo transformar la raíz de los sentimientos y los pensamientos en el astral, y al hacerlo se transforma la realidad física, pues la esencia del o físico reside en el astral. Todos los humanos tenemos un cuerpo astral, que son el cuerpo emocional y el cuerpo mental donde se guarda como vibración todo lo que uno siente o piensa o tiene acumulado como creencia o filosofía.
Al transformar un patrón de pensamiento o de sentimiento logramos sanar el cuerpo físico, que es el reflejo de nuestros otros cuerpos. Cuando el sanador o el chamán curan una enfermedad, es porque curó y cambió la idea del cuerpo físico en el astral. La mayoría de los Cristales y Gemas nos llevan a movernos en estos planos o niveles pero el Ágata simboliza estos cuerpos en sí mismos: El Mundo Astral.
Debido a su múltiple coloración y al ser un microcosmos del mundo astral al Ágata se la asocia con el mundo del pensamiento y lo imaginario. El contacto con esta piedra hace que nuestra visión resulte espiritualizada. Ella abre nuestros canales de percepción hacia otras dimensiones y nuestra mente hacia lo subjetivo, permitiéndonos presenciar lo que sería inimaginable para la mente materialista. El Ágata nos permite aceptar la existencia del mundo sutil, de los cuerpos sutiles y la interrelación y responsabilidad de nuestros pensamientos y sentimientos con nuestro mundo físico.
Para las sociedades arcaicas el Ágata era una ventana mágica abierta al mundo de los Dioses, a través de la cual podían comunicarse directamente con ellos.
A veces el Ágata se encuentra en la Tierra como una auténtica burbuja de piedra, que al ser cortada por la mitad queda dividida en dos grietas, llamadas comúnmente Grietas de Baco. Una antigua leyenda griega cuenta que cada vez que rompían una geoda o burbuja de Ágata, el Sátiro o espíritu que habita ese Cristal es liberado y se queda cerca para iluminar, proteger y alegrar la vida de los que lo liberan y lo rodean. Los Sátiros eran hombrecillos peludos chiquitos, mitad cabra- mitad hombre con cuernos, como Baco, su padre; siempre ebrios, alegres y bromistas vivían en el bosque persiguiendo hermosas ninfas para satisfacer sus impulsos libidinosos.
A nivel físico y emocional el Ágata posee un poderoso efecto limpiador; puesta sobre el corazón el Ágata puede curar las enfermedades emocionales que impiden aceptar el amor. Puesta sobre el estómago estimula el proceso digestivo y alivia la gastritis; cura problemas oculares, estomacales y del útero; limpia el sistema linfático y el páncreas, fortalece los vasos sanguíneos y cura problemas de la piel.
Pero el ágata es tan creativa y múltiple en colores y formas que cada una tendrá un efecto especial curativo sobre el cuerpo, emociones y mente.
Fuente:
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